viernes, 10 de julio de 2009

Merece la pena






Hay días que es mejor no levantarse de la cama, porque todo sale mal. Hagas lo que hagas, cuando viene torcido, viene torcido y no hay manera de enderezarlo.
Pero en cambio hay otros días en los que tu pareja te dice: "Qué guapo estás hoy" y ya pueden caer chuzos de punta, que nada ni nadie te podrá quitar esa sonrisa idiota de la boca y esa sensación de ser la persona más afortunada del mundo y te gustaría decírselo a toda la gente que pasa a tu alrededor, para hacerles participar de tu energía y de tu buen humor.

Ayer escuché en "EURONEWS TV" una entrevista con el Presidente de Corea del Sur.
El menda se llama Lee Myung Bak, que ya tiene mérito, porque suena a nombre de gato o de llave de Kung-Fú.

Éste señor sustituyó a Roh Moo-hyun en febrero de 2008, el cual se suicidó en mayo de éste año, porque le habían pillado en un turbio asunto de sobornos durante su mandato.
Se tiró por un acantilado cercano a su casa, en un momento en el que se encontraba paseando con su guardaespaldas.
Dejó una carta de despedida a su familia y les decía que no lloraran su muerte y lo que quería que hicieran con su cuerpo.

El nuevo Presidente, Lee Myung Bak, ha hecho unas declaraciones en las cuales dice que donará el 80% de su fortuna, - unos 30 millones de dólares -, a los pobres, porque él salió de la clase más pobre y para llegar donde ha llegado hubo gente que le ayudó y creyó en él y quiere que gente como él, pueda tener también posibilidades de salir adelante.

Lee fué presidente ejecutivo de Hyundai, la empresa por antonomasia Coreana, con el mayor astillero del mundo y con un volumen de facturación tan exhorbitado que no me entran aquí los ceros.

Pero no quería yo hablar de ceros, sino de la distinta valoración que se le dá al honor en Oriente y en Occidente.
La esposa y los 4 hijos de Lee han declarado sentirse orgullosos de la decisión del cabeza de familia y han expresado su deseo de continuar con la fundación filantrópica aún tras la desaparición del mandatario e intentar ampliarla.

Lo mismito que aquí, con los testamentos recientes de cantantes, artistillas y demás gente con 4 duros. La familia denuncia el testamento aunque el/la susodicho/a haya dado órdenes escuetas de repartir su patrimonio de manera clara y concisa.

En Oriente el honor es algo que puede arruinar a una familia y ese sentimiento fué el que hizo al anterior Presidente tirarse por un acantilado.

Yo recuerdo que hace 40 años, las letras de cambio no se devolvían.
Es decir, si usted firmaba una letra, la pagaba. Aunque para ello tuviera que dejar de comer.

Mi padre hizo unos trabajos para una constructora que terminó cerrando y le dejó una deuda de 50.000 pesetas, de aquellas, que era una pasta y más para alguien que acababa de empezar a trabajar por su cuenta.

Por ponerle en situación, estimad@ lector@, le diré que un piso costaba 125.000 pesetas.

Entonces, el constructor, al que realmente le habían ido mal los negocios, le dijo a mi padre que si quería, le pagaba con letras aceptadas de clientes a los que había vendido otros pisos y que le quedaban por cobrar.

Ante la tesitura de no cobrar, mi padre aceptó y estuvo 2 años descontando esas letras cuando vencían.

Ya estaba a punto de terminar con ellas, cuando se encontró con una devolución de una de ellas por importe de 500 pesetas. Estaba a nombre de una señora de Matamorosa.

Cuando tuvo un rato, mi padre fué hasta esa localidad a ver a esa señora y a preguntarle si podía pagarle esa letra, - que era la única que había sido devuelta - y en la dirección que indicaba el efecto de cambio había una vivienda humilde.

Mi padre llamó a la puerta y nadie abrió.
Cuando marchaba, una vecina que había oído el ruido, le llamó:

- ¿Busca usted a alguien?
- Pues sí, señora. A Doña Fulana de Tal.
- ¿Viene usted de Santander?
- Sí, señora.
- ¿No será usted el del piso?
- Pues sí, soy yo.
- Hijo mío, es que Fulana murió hace una semana y sus hijos viven en Santander.

Mi padre se fué y llamó al número de teléfono que le dió la vecina.
Las hijas no sabían que se debía una letra del piso en el que ellas vivían, pero al día siguiente pasaron por la oficina de mi padre para abonar la letra, pidiendo disculpas y relatando el hecho de la muerte como verdadero motivo del impago.

No se devolvió NINGUNA de aquellas letras.

Era una cuestión de Honor. La firma era sagrada y estrechar la mano servía para cerrar un negocio de cualquier magnitud.

Por eso me ha llamado la atención la decisión que ha tomado el Sr. Lee de devolver a la sociedad una parte de lo que la sociedad le entregó y me he acordado de aquella anécdota que me contó innumerables veces mi padre, cada vez que nos devolvían una letra y el banco nos cobraba los gastos.

Claro que, al cabo de un cierto tiempo, ya no me la volvió a contar, porque las letras devueltas eran parte del correo diario y en definitiva, papel mojado.

El Honor en Occidente ha sido relegado por la avaricia y el "todo vale" ha dejado paso a grandes fortunas forjadas a base de letras devueltas por empresas sin entidad o personas sin responsabilidad jurídica.

Si como decía el genial Calderón de la Barca en su magnífica obra "El Alcalde de Zalamea" .....

- «Al Rey, la hacienda y la vida se le han de dar, pero el Honor ...El Honor es patrimonio del alma. Y el alma, sólo es de Dios.>>

Mi conclusión es, que estamos rodeados de gente sin alma, pero todavía quedan algunos y algunas por los cuales merece la pena levantarse cada mañana y caminar por las calles con sonrisa de idiota.

Un abrazo.



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