miércoles, 19 de mayo de 2010
Una lanza por la Cruz
Antes de nada, quiero dejar bien claro que no soy una persona religiosa. No creo en dioses, cielos ni infiernos, pero me identifico con la cultura Budista por su rechazo a símbolos e imágenes y por su amor y cuidado hacia la Naturaleza.
Los Budistas creen en una energía que nos proporciona la vida y defienden la reencarnación de esa energía en otro cuerpo, que no tiene que ser por fuerza, humano. Tu energía puede servir para dar vida a una planta, un perro, una piedra o un mosquito y no por ello deja de ser la misma energía, para ellos, Sagrada.
Ahora que cada día estamos viendo que la Iglesia Católica está en entredicho debido a los casos de pederastia que se van revelando por todo el mundo, me propongo hacer una reflexión sobre la Religión Católica, en la cual fuí educado.
No deja de ser curioso lo que nos cuentan las estadísticas:
En los últimos 10 años, en Alemania, (panacea del liberalismo y punto de apoyo de la U.E.), hay documentados 240.000 casos de pederastia, de los cuales 4.000 corresponden a religiosos de una u otra confesión.
La proporción no es que sea tremenda, pero la cifra de que haya 240.000 hijos de mala madre que abusen de niños indefensos, me llena de rabia y despierta mi vena agresiva.
En los tiempos de colegio, yo era un niño travieso, alegre, pero travieso.
Estudiaba en un Colegio de PP. Escolapios y teníamos un profesor de Historia que era "El Padre Moisés".
Era un hombre mayor, con un carácter fuerte, pero con un pronunciado sentido del humor y unos conocimientos de la Historia que nos dejaban a todos embobados.
Podía pegar un puñetazo en la mesa y decir: "Que os calleis, cojones", lo cual nos llenaba de espanto al oirlo en boca de un cura, de la misma manera que te podía decir: "Bueno, vale, no has estudiado, pero a que... ¿mañana me vas a traer la lección bien aprendida?". Por supuesto, le decías que sí y al otro día eras el primero en salir a dar la lección, con lo cual no te ponía un 10, pero tampoco un 0. Te aprobaba con un 5.
Como ya he dicho, yo era un poco "trasto" y por ello, el Padre Moisés, harto de mi falta de concentración, tomó la determinación de ponerme junto a su mesa en sus horas de clase, para tenerme controlado y que no me distrajera. Cuando llegaba la hora de Historia, yo tenía que agarrar mi silla y ponerla junto a la suya, cual si fuera un mini-profesor, eso sí, sin sotana.
Para tomar la lección, el Padre Moisés tenía una manera muy "democrática" para preguntar:
Tenía una bolsa de tela de felpa, en la cual traía unas fichas de madera, circulares, propias de un juego de la "Quina", -ahora llamado Bingo-, que traían serigrafiado el número por ambos lados.
Mi misión consistía en sacar un número y ese número era el que tenía que salir a contestar la pregunta que tocase en ese momento.
Tras varias semanas realizando esa labor, le llegué a coger el tacto a los numeritos con mis pequeños dedos y mis compañeros me decían antes de entrar a Historia:
- Sácame a la pregunta 3, que me la he estudiado.
Yo, hacía el paripé de mover las fichas y cuando encontraba la deseada, decía:
- Los dos patitos, el 22
El que salía, decía la lección perfectamente y el Padre Moisés, contento y satisfecho por lo mucho que estudiaban sus chavales, le ponía un notable o un sobresaliente.
Así estuvimos 3 ó 4 meses, hasta que el Padre Moisés me pilló en un momento que no encontraba un número, mirando dentro de la bolsa.
Aquí se le encendió la bombilla y cayó en la cuenta de los infinitos notables y sobresalientes de los últimos meses y se nos acabó el chollo. Los números los volvió a sacar él.
Acabé el Bachillerato con un 8 en Historia y junto con la Geografía, han sido y siguen siendo, dos aficiones que me deleitan y me reconfortan.
Quiero romper una lanza por esos curas que siguiendo su ideología, se han dedicado y se dedican, a enseñar porque les gusta. Por esos otros que dejando de lado la vida cómoda de Occidente, se fueron a enseñar a países del tercer Mundo, sin más recompensa que ver su deber cumplido.
Pienso en Vicente Ferrer, (uno de mis pocos ídolos), y en sus comienzos religiosos, aunque luego tuviera que renegar de ellos, pero siguió con sus obras de caridad y de humanidad sin importarle la Curia, ni los políticos que llegaron incluso, a expulsarle de la India.
Pienso también en todos esos voluntarios de Cáritas, que tanto bien hacen y han hecho entre personas desfavorecidas.
No quiero olvidar a la Madre Teresa, (mi otro ídolo), ejemplo para todos aquellos que se pretendan llamar "buena persona".
Y pienso también en esos Papas, con báculos de plata maciza que si se empeñasen, quitarían el hambre de miles de personas. Pero en estos, pienso menos. Casi nada.
La religión, ya sea Católica, Musulmana o Hinduísta, es una manera de mantener al pueblo bajo unas normas, porque todos sabemos lo burros y analfabetos que somos cuando no tenemos quien nos dirija, y partiendo de los comienzos de la Edad Media, lo que habitaba la tierra era una manada de salvajes que si no llegan a saber que si violaban y saqueaban todo lo que se les ponía delante iban al "infierno", lo más seguro es, que no hubiéramos llegado hasta aquí.
Ahora, que ya somos muy listos todos, que ya no se roba, ni se mata por dinero, ni se viola a niños, ni se reclutan a criaturas para ejércitos en el Tercer Mundo, ya no nos hace falta que nadie nos diga lo que tenemos que hacer, porque claro, ya somos auto-suficientes moralmente hablando.
Si tengo que elegir entre darle el 0,7 % de mi declaración a una ONG que le paga a sus "colaboradores" 3.000 € al mes por ir a Guatemala a enseñar a escribir a los niñitos y que puedan tomar una taza de leche en polvo por la mañana o dárselos a la Iglesia Católica para que Cáritas continúe su labor y haya más como Vicente Ferrer, no me lo pienso. Aunque me imagine que una parte sea para comprar báculos de plata, me compensa.
Pero claro, yo soy un ateo convencido, que comulgo con las intenciones de los cátaros, que decían:
"La reencarnación es el castigo que sufre un espíritu impuro. Cuando hayas conseguido que tu espíritu sea puro, a base de la humildad, la pobreza y el hacer el bien a tus semejantes, tu espíritu ya no se volverá a separar de Dios y gozarás de la Felicidad Eterna, junto al Espíritu Creador".
Por cierto, a los cátaros, -como a los gnósticos antes-, la Iglesia Católica los exterminó, con su Cruzada contra los Albigenses en el siglo XIII.
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