jueves, 16 de julio de 2009

La Guardia Civil







La Guardia Civil es un cuerpo de seguridad pública que se creó en 1844 para intentar hacer frente a la alarmante situación de inseguridad generada por el bandolerismo que desde la Guerra de la Independencia azotaba los caminos y campos del país.

Para organizar la nueva Institución fue designado el Duque de Ahumada, el cual, asumiendo como ejemplo la organización de la Gendarmería francesa y de los Mossos de Escuadra catalanes, fomentó para el cuerpo, la proximidad al ciudadano, el respeto a la ley y el talante benemérito.

La expansión territorial se produjo a través de etapas que abarcaron el ámbito provincial (cubierto en 1846), de partido (1851) y municipal (ya en el siglo XX), partiendo del centro del Estado en grandes líneas que seguían las vías de comunicación.

Esta distribución territorial permitió al Cuerpo desplegar sus Unidades por todo el territorio nacional, llegando a lugares donde antes no lo había hecho la Administración.
La clave estuvo en los Puestos, las Unidades más pequeñas de la Guardia Civil, fundamentales para que el ciudadano sintiese la presencia de los nuevos agentes y una mayor seguridad para sus propiedades.


Por su parte, la filosofía de servicio se recogió en dos reglamentos, uno militar y otro para el servicio, y en la “Cartilla del guardia civil”, obra donde el Duque de Ahumada desarrolló su idea de lo que pensaba debía ser una fuerza de seguridad. La Cartilla hacía hincapié en aspectos como el honor, la honradez, la cortesía, la disciplina, la abnegación, la austeridad, la lealtad, la capacidad de sacrificio y el talante benemérito como valores por los que el guardia civil debía regirse en su vida cotidiana y durante el servicio.

Con todo, el tránsito de la Guardia Civil por la historia no ha sido fácil.

Consolidada como fuerza de seguridad tras superar la difícil prueba del Sexenio Revolucionario (1868-1874), la Restauración liderada por Cánovas de Castillo (1875-1923) supuso un planteamiento nuevo de la relación Estado-ciudadano, que arrastró a la Guardia Civil al choque con las masas obreras y campesinas, enfrentadas a la oligarquía y la burguesía instaladas en el poder.

El régimen canovista reaccionó reforzando la militarización del orden público. Ejército y Guardia Civil fueron los instrumentos ejecutores de esta política, cuyas consecuencias para la Benemérita fueron un gradual distanciamiento de los sectores menos favorecidos de la sociedad, que empezaron a ver a la Institución como el instrumento represor utilizado por la burguesía y los terratenientes para sofocar las reivindicaciones obreras y campesinas.

No obstante, la erosión del prestigio de la Guardia Civil alcanzó su punto álgido cuando el Gobierno, a falta de otras alternativas policiales sólidas, encargó a la Institución combatir el terrorismo anarquista que a finales del siglo XIX azotaba varias ciudades de España, en especial a Barcelona. La campaña de desprestigio que se desató contra la Guardia Civil a raíz del proceso de Montjuich (donde varios anarquistas fueron condenados a muerte sin pruebas convincentes por su participación en el atentado de la calle “Cambios Nuevos” de la ciudad condal), traspasó incluso las fronteras españolas, transmitiendo la imagen de que la Benemérita era encarnación de una nueva Inquisición.

Su imagen se vio tan dañada, que muchos empezaron a cuestionar su validez para combatir la inseguridad en las ciudades, auténticos motores de la vida española a partir de 1900. El resultado fue la potenciación de la Policía en las grandes capitales, bajo la cobertura de la Administración civil, hecho perceptible a partir de la “reforma Dato”, de 1912.

Sin embargo, la España del primer tercio del siglo XX seguía siendo un país fundamentalmente rural, donde la implantación de la Guardia Civil era vista como garantía de tranquilidad. Este hecho y la crisis en la que entró la política nacional a partir de 1917, contribuyeron a reforzar el protagonismo de la Benemérita. Mucho más a partir de 1923, cuando el general Primo de Rivera aprovechó la descomposición del parlamentarismo para dar un golpe de Estado que desembocaría en dictadura militar.

La Guardia Civil vivió durante el período primorriverista (1923-1929) su época de mayor esplendor.

Fruto de sus particulares “felices años veinte”, la Guardia Civil recuperó gran parte del prestigio que había perdido.

Sin embargo, no todo había sido positivo en esta etapa. La excesiva vinculación del Cuerpo a la administración militar favoreció el distanciamiento de la administración civil. La consecuencia fué que, además de respetada, la Guardia Civil pasó a ser temida por las clases sociales menos favorecidas.

En los años 30, la fractura social y política que se vivió en España desembocó en una guerra civil de dramáticas consecuencias.

Finalizada la contienda civil, el general Franco planteó la disolución del Cuerpo, al considerar que no había sido totalmente fiel a la causa nacional durante los primeros días de la guerra. Pero la coyuntura política por la que atravesaba España y una más profunda meditación pronto le hicieron desistir de esa intención.

Para adaptarse a las transformaciones que el desarrollismo traía de la mano, la Guardia Civil hubo de realizar un esfuerzo modernizador.
La consecuencia fue la asunción de nuevas competencias, entre las que destacó la protección jurídica del tráfico en las carreteras y el auxilio a los conductores, plasmada con la puesta en marcha de la Agrupación de Tráfico (Ley 47/1959).

La Agrupación de Tráfico tuvo el mérito de convertirse en el buque insignia de la Institución y de ser la pionera de las numerosas especialidades que irían surgiendo a lo largo de la década de los sesenta y primeros años setenta.

Fue el caso de las actividades Subacuáticas; el Servicio de Montaña; la Agrupación de Helicópteros; el Servicio de Explosivos o el GAR (Grupo Antiterrorista Rural, de donde se nutre la elitista UEI que sería concebida en el seno de la Comandancia Móvil de Madrid, en 1977). Más tarde, especialidades como el Servicio Marítimo, para proteger costas y fronteras o el SEPRONA, para proteger el medio ambiente, ratificarían la tendencia modernizadora y aquel talante humanitario.

Entre los años de 1968 y 1986, un total de 159 guardias civiles fueron asesinados en acciones terroristas. En el umbral del siglo XXI, la cifra se había elevado a más de 200. Una vez más, la contribución en sangre de la Benemérita en defensa de España fue el testimonio más fehaciente de su trayectoria histórica al servicio de los españoles, de su prosperidad, de la paz, de la seguridad pública. Así lo vino a reconocer la Ley de Fuerzas y Cuerpos de 1986, hoy en vigor, que confió a la Institución importantes competencias en materia de seguridad pública.

(Fuente: Texto extraído de "Historia de la Guardia Civil", www.guardiacivil.es)


Todos los que tenemos más de 40 tacos hemos vivido el proceso de adaptación de la Guardia Civil a la democracia.

En los tiempos de la dictadura franquista, los guardias civiles tenían una prensa mala. Muy mala.
Se les tildaba de analfabetos, duros y estandarte del régimen.

A medida que he ido conociendo directamente las funciones del cuerpo, he ido creando mi propia idea del mismo.

Hace un par de días apareció una noticia en la prensa que decía que 4 guardias civiles habían sido arrestados por estar implicados en una operación de tráfico de cocaína que venía en paquetes de langostinos desde Perú.

Al otro día se ampliaba la noticia con otros socios de los agentes de la benemérita.

Lo que me resultó curioso fué que más o menos al mismo tiempo, leí otra noticia por la cual, un guardia civil había denunciado un intento de soborno en el aeropuerto de Barajas y había logrado que se detuviera a una banda de empleados del aeropuerto que introducían cocaína en grandes cantidades.

Ésta noticia, escondida en una esquina de un diario nacional, no volví a verla más.

Es lo mismo que las noticias sobre la Iglesia católica. Un cura pederasta genera ríos de tinta en la prensa mundial, pero un cura de una aldea tercermundista que está salvando la vida a 25 niños, no mueve ni las ruedas de una silla en la redacción de un diario.

En cierta ocasión, me encontré en la carretera de Aguilar de Campóo con una intensa nevada que colapsó ambos lados de la vía.
Se formó una fila inmensa de vehículos que no podíamos ir ni adelante, ni hacia atrás.
Era el año 1988/1989 y los coches no eran de la categoría de los de ahora y las carreteras tampoco. Lo de aire acondicionado, cadenas, previsión del tiempo, teléfonos móviles y otras cosas tan normales hoy en día, eran ciencia-ficción.

En algunos de los vehículos viajaban familias con niños pequeños, en otros iban gente mayor, etcétera.

A los 15 minutos de estar en aquella caótica situación, en nuestra ventanilla tocó un guante de cuero negro que resultó pertenecer a un agente de la Guardia Civil.

Llegaron en uno de aquellos Land Rover antiguos e iban preguntando coche por coche si nos encontrábamos bien, si necesitábamos mantas, si queríamos café caliente con cognac ...

Poco después pude ver cómo se llevaban a dos niños pequeñitos en el Land Rover, que iba por el centro de la carretera y con unas cadenas en las ruedas, caminaba en dirección contraria. Imagino que tendrían frío y se los llevaban bajo techo.

En la hora y media que estuvimos allí atrapados, desde que llegó la Guardia Civil no sentí ningún tipo de miedo. La situación era que los guardias iban arriba y abajo controlando en todo momento a cada vehículo.

Luego llegó un camión con una cuña quitanieves y proseguimos la marcha.

Le aseguro, lector/a que aquellos guardias se ganaron el sueldo del mes aquél día.
Pero yo al otro día no vi nada en la prensa, ni escuché nada en las noticias.

En otra ocasión, siendo niño, nos adelantó a toda velocidad un coche italiano, que en la siguiente curva estaba boca abajo, echando humo.
Nosotros íbamos en dos coches; mis padres y mis tíos. Ambos pararon y fueron rápidamente a auxiliar a los accidentados.
En el coche iban 6 jóvenes italianos y estaban muy malheridos.
A los pocos minutos llegó una patrulla de la Guardia Civil en un Renault 4L y como los heridos estaban muy graves y en su coche sólo cabía una persona en el asiento de atrás, pidieron ayuda a mi padre y a mi tío y se llevaron a 4 que eran los que peor estaban, al hospital.
Recuerdo que a nosotros, nos dejaron con uno de los guardias a esperar que volvieran y el otro iba en el coche de mi tío, en cabeza de la comitiva. El guardia con un pañuelo blanco por la ventanilla y mi tío y mi padre haciendo sonar el claxon de sus coches.

Dos de los italianos murieron y no se me olvidará que cuando volvieron a buscarnos a nosotros, tras dejar en el hospital a los accidentados, los coches estaban llenos de sangre y que el guardia estaba llorando porque decía que una de las chicas se le murió en los brazos y que tenía que haberla salvado.

Ese es, para mí, el verdadero espíritu de la Guardia Civil.


Hace un par de años volvía a mi casa a la 1 de la madrugada y al salir de la autovía había un coche de la Guardia Civil y me ordenaron detenerme.
Me mandaron soplar y la tasa de alcohol era cero. Mala suerte.
Entonces me pidieron los papeles del coche y el seguro que llevaba era una fotocopia.
El agente se fué al coche-patrulla y confirmó a través del terminal informático que mi seguro estaba en vigor.

Me puso una multa de 60 euros y la obligación de personarme en Tráfico con el original en 72 horas. No le importaron mis argumentos sobre la veracidad de mi documentación comprobada por él mismo.

- Entonces, ¿para qué ha ido usted a confirmar los papeles?, le dije.

- Pues porque si no llega a estar en vigor, no le puedo dejar irse.

Con un par; me multó, sabiendo que lo llevaba todo en regla.

Hice un recurso basado en que si los ciudadanos pagamos terminales informáticos para que los lleven en los coches-patrulla y confirmen la validez de los permisos, ¿para qué me voy a arriesgar a que me roben el coche y falsifiquen todos mis papeles?.

Me dió igual, porque tuve que pagar e ir a hacer una fila interminable en las oficinas de Tráfico para presentar mis papeles originales.

Al cabo de unos meses salió una Ley por la cual ya no es necesario llevar los papeles encima.

Hoy en día, el director-político de Tráfico, el tal Pere noséquéhostias, ha convertido a los agentes en meros recaudadores de dinero y cuando vemos un coche de la Guardia Civil sólo pensamos en nuestra cartera y en si nos habrá pillado el radar.


No tengo muy claro si los guardias tienen una comisión sobre las multas que imponen, lo cual sería algo denigrante para unas personas que se juegan "el pellejo" en carreteras y contra asesinos cobardes que matan por la espalda.

En mis tiempos del Servicio Militar, fuí Policía Militar. La primera vez que salí de patrulla, me obligaban a llevar al menos 2 "partes" semanales.
Como en 4 semanas yo no denuncié a nadie, me arrestaron; no volví a ir de patrulla y no me dejaron irme de permiso nunca más. Pero hice mogollón de amigos entre mis iguales, aunque entre los mandos militares se abrazaban el día en que me licencié y me marché para casa. Creo que mis superiores hicieron una fiesta porque no me iban a volver a ver.

Me gustaría romper una lanza por todos esos guardias civiles que son honrados, que tienen espíritu de ayuda a los ciudadanos y que estoy convencido que son la mayoría.

Aunque Pere noséquéhostias los vea como medio instrumental para llenar la caja.

Pere se marchará, le echarán o desaparecerá, pero la Guardia Civil seguirá ahí.

Espero y deseo que sirviendo al ciudadano, que para eso están.

¡¡Viva la Guardia Civil!!

¡¡Viva Puertochico!!



4 comentarios:

Leona catalana dijo...

En Cataluña ya no hay Guardia Civil, y bien que lo siento.
Los Mossos d'Esquadra carecen de su preparación, aparte de que andan más chulos que un ocho, aunque esto no es ninguna novedad, pues en todas partes cuecen habas.

Conozco a agentes de todos los Cuerpos -excepto Policia Nacional, que los dos que conocía ya son difuntos-. La Guardia Civil es el Cuerpo con más experiencia y medios.

La fama se arrastra, te la cuelgan, quieras que no. Ha habido épocas en que han sido unos hijoputas, pero no hay que confundir el todo con las partes.

¡Viva la Guardia Civil!

Daemon dijo...

Hola, guapa.

¡¡ Sus órdenes !!

Un beso

Leona catalana dijo...

:)

(Olvido el post de Careto por no ser una pesada. Imaginate lo que quieras con los otros dos perros y mis dos gatos)

Daemon dijo...

Ya sabes que tú serás siempre bienvenida en éste blog, así que... de pesada, nada. Aporta tu opinión, porque aunque no esté de acuerdo con ella, siempre la respetaré.

Besos, abrazos y achuchones.