martes, 18 de mayo de 2010

¿Quieres que te cuente un cuento?: La Odisea de Simón








Érase una vez, en pleno siglo XXI, una empresa que se dedicaba a contratar líneas de teléfonos para los ciudadanos.

Se llamaba "La naranja" y sus clientes estaban muy contentos, porque hasta ese momento sólo había existido una compañía, que se llamaba "Monofónica", aunque a ésta, algunos clientes insatisfechos, la llamaban "Timofónica".

Se cuenta que un caballero de esos tiempos, llamado "Simón el Ingenuo", harto de sufrir el monopolio, se cambió a la empresa cítrica, para dar un escarmiento a los tiranos que le habían estado pisando durante tantos años.

Una vez hubo engrosado las filas de la compañía anaranjada, comenzó a experimentar los placeres de la libertad de empresas, recibiendo aparatos gratis, -ventajas impensables hasta ese momento- y demás veleidades aportadas por la liberación del yugo, (y de las flechas).

Las cosas fueron bien durante un tiempo, hasta que Simón decidió que no quería seguir pagando comisiones a su banco y canceló su cuenta.

Se puso en contacto con "La naranja" para que cancelasen esa cuenta y advertirles de que ingresaría todos los meses el importe de su factura en la cuenta que ellos le dijeran, pero su sorpresa fué mayúscula al mantener la siguiente conversación:

- Hola, señorita, quisiera anular la cuenta bancaria a la cual ustedes me pasan los recibos mensuales.

- De acuerdo, señor Simón. Dígame la nueva cuenta.

- No, no tengo cuenta con ningún banco. Quiero efectuar los pagos al contado en la cuenta de ustedes.

- Lo siento, pero eso no es posible. Tiene usted que darnos una cuenta bancaria.

- Señorita, no tengo ninguna cuenta y si ustedes siguen pasando los recibos a la cuenta antigüa, les serán devueltos.

- Lo siento, señor, pero eso no es posible.

- Muy bien, señorita, pues entonces, deme de baja.

- Eso tampoco es posible, señor Simón, porque usted tiene un contrato por el cual no se puede dar de baja hasta el próximo año.

- Señorita, vamos a ver... Ustedes no me dejan pagar. No me dejan darme de baja y piensan seguir mandando los recibos a una cuenta que no existe. ¿Es así?

- Así es, señor Simón.

- Entiendo que las devoluciones ocasionarán unos gastos que esperan que pague yo. ¿Es así?.

- Por supuesto, si hay devoluciones, se ocasionarán unos gastos, sí.

En esos momentos, "Simón el Ingenuo" comenzó a contar mentalmente hasta diez, pensando que la señorita no tenía culpa de las políticas de su empresa y al finalizar la cuenta mental, dijo:

- Pues bien, señorita, si eso es así, no me queda más remedio que: o abrir una cuenta en un banco para que "La naranja" tenga la comodidad de facturar mis 6 euros mensuales y el banco me siga cobrando comisiones abusivas o por el contrario acogerme a mi derecho de no abrir una cuenta si no me dá la Real gana, ¿no es así?.

- Como usted quiera, señor Simón, pero piense que los gastos serán por cuenta suya.

- Muchas gracias, señorita.

- De nada, señor Simón. ¿Alguna consulta más?. Recuerde que en "La naranja" estamos a su disposición.

Tras la conversación, Simón, que ya había pasado de ser "El Ingenuo" a ser "El Cabreado", se decide por la segunda opción y tras pasar tres meses sin consumir nada de su número con "La naranja", recibe un mensaje de la compañía en su teléfono, en el cual le dicen que tiene un saldo negativo de 19 euros y que llame a un número gratuito para solucionarlo.

Como Simón es un caballero pagador y responsable, se pone en contacto con dicho número y ... ¡Oh, sorpresa!. Le dictan un número de cuenta para que haga el ingreso.

Simón lo hace y tras desfacer el entuerto, vuelve a comunicarse con "La naranja" para decirles que quiere continuar por esa vía.

La respuesta de "La naranja" le desespera: No puede hacer ingresos en cuenta. Tiene que tener una cuenta bancaria.

- Pero señorita, si acabo de hacer un ingreso en una cuenta de su compañía. ¿Por qué me van a obligar ustedes a abrir una cuenta en un banco si yo no quiero?.

- Lo siento, señor Simón, son las normas.

- Muy bien, señorita. esas son las de su compañía. Las mías son, que en mis finanzas no actúa nadie, excepto yo y abrir una cuenta supone un gasto para mis finanzas que no estoy dispuesto a soportar.

- De acuerdo, señor Simón. ¿Alguna cosa más?. Recuerde que en "La naranja" estamos siempre a su disposición.

A Simón, ya "El Cabreado", esto último le sonó a chirigota y volvió a contar hasta diez, antes de despedirse cortésmente, aunque muy a su pesar. Pero seguía siendo un caballero.


Moraleja: Don Quijote tenía razón. El errado era Sancho.

– Mire vuestra merced –respondió Sancho–, que aquellos que allí se aparecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas por el viento, hacen andar la piedra del molino.

Las compañías multinacionales sí son Gigantes y sus brazos abarcan a sus ingenuos clientes que, volteados por el viento, hacen andar la piedra de los bancos.


P.D.: Simón, el ahora llamado "El Cabreado", continuará su cruzada contra los Gigantes aún a sabiendas de las pocas garantías de éxito.


Y, diciendo esto, dió de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero él, iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero ...(sic)




No hay comentarios: